lunes, 4 de julio de 2011

¿Ni derechas ni izquierdas?

Que en el 15M hay gente de muchas tendencias ideológicas está asumido. Incluso hay gente que ni siquiera sabe que ideología tiene, pero tiene. Los que se declaran apolíticos, hacen política; los anti-partidos constituyen ellos mismos un partido; los que echan pestes de las ideologías, lo hacen consciente o inconscientemente desde una posición ideológica (Fukuyama, el que declaró "el fin de las ideologías" tenía una ideología neocon bien definida). La realidad no se puede negar; bueno, sí se puede negar, pero porque digas que no existe un muro, no vas a dejar de golpearte con él cuando intentes pasar a través.

Hace poco, Juan Aguirre de Amaral, visualizó esta confusión clarísimamente cuando dijo en una entrevista: "la derecha y la izquierda no existen". "Hay un partido único que se llama PPOE. No son lo mismo, pero responden a los mismos mecanismos e intereses, los del FMI".
Lo que el buen hombre pretende decir -o al menos lo que el redactor de la entrevista nos dice que quiso decir- es correcto en parte. Es el sentir que impregna el 15M tanto en lo bueno como en lo malo, tanto en el análisis del sistema que intutívamente está comenzando a hacer la gente en todas partes (los que mandan son los mercados y no los políticos que votamos), como en sucumbir a la ignorancia que tanto le conviene al sistema.  Hablar en estos términos es ahondar en la injusticia de extender el descrédito a la izquierda.

Seamos claros: la izquierda no ha gobernado en España. La última vez que gobernó la izquierda en España fue en los años treinta, hasta que el gobierno legítimo de la II República marchó al exilio en 1939 cuando el fascismo ganó la guerra. Alguien podrá decir que el periodo de Felipe Gonzalez se considera de izquierdas, pero siendo cierto que dicho gobierno levantó un tímido estado del bienestar, no lo hizo a la manera que se le presuponía a un partido socialdemócrata (potenciación de los recursos productivos propios) sino a la manera que comenzaba a imperar en el mundo, la forma neoliberal, es decir, a base de endeudarse... con "los mercados", claro, con quien si no. Cargarse la industria, el campo y privatizar el sector público a cambio de créditos y fondos estructurales europeos sirvió  una temporada para vivir mejor que hasta la fecha, pero sentó las bases del desastre que tenemos hoy entre manos y al que la socialdemocracia reconvertida al liberalismo ya no es capaz de dar solución. Un partido que hace políticas de derechas no es de izquierdas, por mucho que se reclame de "la izquierda"... cosa que además no ocurría con frecuencia. Desde los años noventa el PSOE rehuía -y rehuye- el término "izquierda" y asumía el "progesista", salvo cuando quiere hacer guiños a sus bases tradicionales. El gobierno de Zapatero no ha hecho más que ahondar en esas políticas, que fueron también continuadas por el PP.

Por tanto, un respeto para la izquierda, que no ha dejado de existir, pero nunca le han permitido gobernar. Primero por la fuerza de las armas, luego con el uso de una maraña de técnicas muy estudiada y que da mejores resultados que la represión violenta. Una de esas técnicas, entre muchas otras, es una ley electoral pensada precisamente para marginar a la izquierda política en las instituciones. Otra de esas técnicas es indicar al ciudadano qué es la izquierda buena y cual es la mala, y cuando la izquierda "buena" hace políticas de derechas, entonces indicar a la ciudadanía que no existe la izquierda. Ni la derecha. Ni arriba ni abajo; que sólo existe la productividad, la competitivad, el mercado y el euro. Y eso es lo que el Pacto del Euro quiere consagrar, incluso recomendando que se incluya en las constituciones nacionales, lo cual dejaría a la izquierda real, la que sí existe, en la inconstitucionalidad.

Lo que define a una persona no es lo que dice, sino lo que hace. Con los partidos pasa lo mismo. Y con los movimientos también. El 15M podrá evitar definirse ideológicamente pero exigir democracia en los asuntos económicos que atañen a la mayoría de la población le define por sí solo. El control democrático de la economía, decidir cómo se gestiona la sociedad para que todos vivamos dignamente, acabar con los privilegios de una élite... es ideología, es posicionarse respecto al mundo, es tomar partido a un lado o a otro, porque la izquierda y la derecha política funcionan exactamente igual que en la realidad: si hay dos personas en un escenario, una está a la izquierda y otra a la derecha y por mucho que quiera uno cambiarse de sitio, siempre está en uno de los dos.

Los movimientos políticos que se han reclamado "ni de derechas ni de izquierdas" no son una novedad. Ha habido muchos desde los años veinte. Uno de los primeros fue el Partido Fascista de Mussolini, seguidos por Falange Española de Jose Antonio Primo de Rivera, y la lista sigue hasta hoy.