jueves, 23 de junio de 2011

Crear poder popular





 Cientos de miles de personas salieron a la calle el 19 de junio contra el Pacto del Euro en todas las ciudades españolas en lo que ya es una de las mayores movilizaciones desde la Transición. La gente ha respondido masivamente a las convocatorias de Democracia Real Ya; las acampadas han significado algo que va más allá de una mera reunión de personas o de visualización de masas; pero aun hay algo mucho más importante: el espíritu del 15M está llegando a los barrios.

Los que participamos en las acampadas sabíamos que, pese al gran número de personas que nos estábamos organizando, sólo éramos una pequeña parte de lo que debíamos ser; podíamos representarnos a nosotros, a los cientos que estábamos allí en ese momento, en ese instante, pero no podíamos representar al movimiento en su conjunto. No podíamos representar los anhelos de democracia y justicia social que se habían despertado por fín, y eso no debemos perderlo de vista. Ni DRY, ni las acampadas ni las organizaciones herederas de estas. Lo que podíamos hacer era construir para que llegara el momento en que algo sí que pudiera representar. La creación de asambleas y foros vecinales comienza a acercarnos ese objetivo. Sin prisa pero sin pausa, tenemos que arrimar el hombro para que cada barrio de cada ciudad se constituya en actor político y articular una estructura para coordinar los barrios entre sí y después, las ciudades entre sí.

Una vez movilizado el que hasta un mes era considerado el sector más apático de la sociedad -la juventud- hay que movilizar a los adultos. Es hora de que la ciudadanía hable, se informe, debata y llegue a conclusiones. Que siga el hilo que conecta sus problemas a los problemas globales de la sociedad, encuentre al enemigo común y que encuentre soluciones colectivas y plantee alternativas al sistema económico y político irracional y destructivo que prentende llevarse por delante los derechos que la humanidad ha conquistado tras siglos de luchas, cárcel, tortura, muerte y exilio. No sólo debemos ceñirnos a los problemas coyunturales que padecemos en nuestros barrios -que también- sino dejar la verdad al desnudo y dejar a la vista de todos que las raices de todos nuestros males se encuentran muy arriba, que el sistema está podrido desde lo más bajo a lo más alto; y en consecuencia, debemos ir a por ellos, a los que no obedecen a nadie más que a sí mismos, a la banca internacional, a las grandes empresas, que dictan a nuestros políticos lo que deben hacer.

Lo realmente importante de lo que está pasando ahora mísmo es que ahora el barrio X de la ciudad X tiene mucho que decir sobre Europa y su construcción neoliberal. Las asambleas de ciudadanos tienen la osadía y el descaro de decirles a los grandes capitalistas internacionales ¡Ya basta!. La labor que tenemos en marcha en los barrios puede no parecer tan espectacular como una gran manifestación, puede no ser tan polémica e inquietante como tener las plazas de España ocupadas por campamentos... pero es la más peligrosa de todas. Es un rumor que va creciendo lentamente pero que poco a pocodebe terminar en una tormenta perfecta que haga temblar los cimientos del sistema.

Grecia es el anticipo de lo que nos espera. Preparémonos para la batalla. En estas semanas, una de nuestras pequeñas victorias ha sido la de recuperar el lenguaje revolucionario, hemos recuperado para uso común la palabra "compañero/a" con la carga emocional y política que ello conlleva. Un proceso de tomar conciencia exitoso inevitablemente conducirá a identificar los problemas de los griegos como los nuestros y en consecuencia, a los griegos como nuestros hermanos, nuestros compañeros. Griegos, portugueses, italianos... levantemos la bandera del Internacionalismo y empujemos la #europeanrevolution.

Pero volvamos a la tarea de hoy, tomando prestado un término del Chile de Salvador Allende: crear poder popular. Debemos crear el poder popular en barrios, centros de trabajo y de estudio. Organizar las asambleas hasta que desemboquen en una gran asamblea general que plantee sus condiciones al sistema y a los políticos que lo sostienen. Y si el sistema no quiere darnos lo que es nuestro, se lo arrancaremos de las manos.

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