lunes, 27 de junio de 2011

EL CARÁCTER DE CLASE DEL MOVIMIENTO 15M


29S: Una huelga general de la industria
Muchos valoramos la huelga general del pasado 29 de Septiembre como un éxito, sobre todo porque no estábamos muy seguros de la respuesta que se iba a producir. Ahora bien, este análisis optimista iba acompañado de la constatación de una realidad: solamente había parado la industria.
Una vez más, el 29S quedó demostrado que la influencia de las centrales sindicales se encuentra especialmente en las fábricas, pero que es muy pequeña, a veces incluso inexistente, en muchas actividades del sector servicios, especialmente las más precarias y que se desarrollan en pequeñas empresas. Igualmente es un hecho que los autónomos y pequeños empresarios no solamente no se encuentran cercanos a los sindicatos sino que muchas veces los ven con hostilidad.
La huelga del 29S se hizo contra una reforma laboral, pero sobre todo se hizo en un contexto de más de 4 millones de parados y con sucesivos ataques a los derechos laborales y sociales, acompañados de inyecciones de grandes sumas de dinero a los bancos. Sin embargo, ni los desempleados ni los pequeños empresarios asfixiados por la banca tuvieron protagonismo alguno en la huelga. Lo mismo que la mayoría de los trabajadores precarios.

15M: la clase obrera que nos faltaba
El 15 de mayo y el 19 de junio cientos de miles de personas salieron a la calle a protestar alentados por los terribles efectos de la crisis, especialmente el paro. Unas manifestaciones que tuvieron un componente estudiantil importante, pero que difícilmente se puede reducir a él, puesto que sobre todo los que salieron a manifestarse fueron trabajadores. Trabajadores en paro, trabajadores del sector servicios, trabajadores precarios, trabajadores cualificados con titulaciones universitarias y, sobre todo, trabajadores menores de 40 años. El mismo sector de la clase obrera que tanto habíamos echado en falta el 29S ha tomado su protagonismo a partir del 15M.

Nuevas identidades, nuevas formas de participación política
Estos trabajadores producto de un nuevo modelo de organización del trabajo más flexible y desregulado, carecen de la identidad obrera que todavía conservan muchos de sus compañeros de la industria. No están afiliados por lo general a un sindicato, su voto está mucho menos ideologizado y no tienen una trayectoria de lucha obrera en sus centros de trabajo que permita a los jóvenes aprender de la experiencia de lucha de los mayores. Sin embargo, que carezcan de conciencia de clase (clase para sí) no quiere decir que no pertenezcan a la clase trabajadora (clase en sí), ni siquiera que no tengan un instinto de clase, puesto que dicho instinto los ha llevado a juntarse con otros trabajadores para luchar contra el poder económico-financiero.
La nula trayectoria política y sindical de estos trabajadores hace que no tengan experiencias de organización, salvo algunos de ellos en el ámbito de los movimientos sociales, donde las formas organizativas son mucho más flexibles. Sin embargo, muchos de ellos están cualificados y, sobre todo los más jóvenes, están altamente familiarizados con el uso de las nuevas tecnologías y muy en especial de Internet y las redes sociales. Quizá no se planteen acudir a una asamblea pero no dudan en apuntarse a un evento en Facebook por el mismo tema o a apoyar una causa a través de Internet, aunque no fuesen a una manifestación por esa misma causa.
Es necesario, por tanto, comprender el movimiento 15M y sus características, tanto ideológicas como organizativas, a partir del análisis de su sujeto social protagónico: la nueva clase obrera. Sin olvidar que este movimiento sí que tiene capacidad de integrar, por ejemplo, a autónomos, pequeños empresarios y, sobre todo, desempleados.

La convergencia del movimiento obrero sindicalizado y del movimiento 15M: la fuerza de la unión
El movimiento del 15M ha supuesto un soplo de aire fresco para una izquierda política, sindical y social que estaba anclada en la rutina, la inercia y el pesimismo. Ha despertado conciencias y ha puesto el conflicto social sobre la mesa y es que si había algo más insoportable que los 5 millones de parados era la paz social existente.
Ahora bien, se trata de un movimiento incipiente, mal organizado y con escasa capacidad de elaboración de propuestas, algo que si bien es un hecho no considero que sea criticable puesto que difícilmente podría ser de otra manera. Se trata, muy posiblemente, de un movimiento demasiado débil todavía para enfrentarse por sí sólo a los duros ataques del capitalismo más salvaje. Por eso, es importante que se una al movimiento obrero sindical, que la frescura de la lucha nueva converja con la experiencia de la organización obrera más tradicional.
Cierto que esta unión ha de ser prudente y paulatina, y hecha desde las bases. No se trata de que los sindicatos acudan a la próxima cita del movimiento 15M con sus banderas, sino de que los trabajadores en conflicto en su centro de trabajo apoyen y sean apoyados por los indignados, siendo todo un mismo movimiento popular y obrero. Si esta convergencia se produce, si el 15M madura tanto en lo organizativo como en lo ideológico y si los sindicatos mayoritarios abandonan la estrategia de concertación y apuestan por la lucha de clases, el resultado de esta guerra puede ser diferente al que los tecnócratas del FMI a sueldo de la banca internacional han diseñado.

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